Hablo en plural puesto que queda clarísimo que se requirió de por lo menos dos personas para realizar tan sublime faena: uno para sujetar a la bestia y el segundo, maestro de la tijera y la navaja, para ejercer con presteza las artes propias de su oficio. Señores, me quito el sombrero ante ustedes y si algún día atraviesan por error este rincón cibernético, concédanme el honor de escribir sus nombres para que estos se perpetúen a la inmortalidad entre los pocos -pero buenos- cibernautas que llegan a parar aqui.
Hoy, con el corazón henchido por el orgullo nacional ante esta formidable muestra de nuestro folklore, me despido al grito de ¡Viva México!
1 comentario:
Un verdadero poema de trabajo, Ave oh maestros de la tijera y la creatividad!!!
Ya dije
P.D. Ah chingá el verificador ya me reconoció (palabra de verificación SPEDIS)
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