jueves, 10 de diciembre de 2009

¡Oh!, y ahora ¿quién podrá ayudarnos?

¡El Chapulín CO-LO-RA-DO!

Pues sí. Ahora solamente él. La ONU ya perdió completamente la brújula y -diría aquel- también la chaveta. Recientemente fue puesta de manifiesto la posición de la ONU con relación a los resultados que se han dado en 17 estados de la República Mexicana con respecto a la protección de la vida desde la concepción, en los que se han reformado las constituciones estatales para tal fin. Lo que grupos de verdaderos valientes protectores de inocentes e indefensos seres humanos han estado promoviendo en nuestro país ha sido visto con repudio por grupos de feministas y cavernícolas de todo tipo, pero la verdad es que yo no me esperaba que un organismo que, por definición, fue constituído por los países del mundo para salvaguardar los derechos fundamentales del hombre -entre ellos, y antes que ninguno, la vida (qué contradictorio, ¿no?)- fuera a considerar que estos esfuerzos "significan un retroceso en materia de promoción de los derechos de las mujeres". De veras que el mundo está al revés. Siento pena porque creo que los que han perdido la razón están ganando la batalla. Las cosas van tomando tal rumbo que, si algún mal día vas por la calle y al dar vuelta a la esquina te topas de frente con una desquiciada feminista de éstas que saca su filosa navaja y te filetea (¿alguien ha visto la serie "Mujeres Asesinas"?), donde se le ocurra a tu familia ponerle una demanda por homicidio seguramente saldrá alguna organización de "mujeres golpeadas" a lanzar una "alerta de género" para defender "su derecho" a quitarte de enfrente de su camino porque, como eras hombre, igual y en algún lugar recóndito de tu mente se albergaba la macabra intención de piropearla.

Mi admiración a esos héroes anónimos que han dado la cara por los que todavía no pueden; que han alzado la voz por los que aún no la tienen. A los retrógradas que así nos llaman a los que estamos del lado del buen juicio... Pa' qué les digo algo, de todos modos ni lo van a leer. ONU, lástima por ti, había escuchado que ibas en decadencia, pero me resistía a creerlo; que tengas un buen viaje hacia el fondo del abismo al que te dejaste llevar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Me causa mucha risa

La guerra de zapatos que esa vieja costumbre Iraquí permitió que se pusiera de moda cuando un nativo de ese país le lanzó sus zapatos al ex mandatario estadounidense, George Bush, en aquella rueda de prensa que ha trascendido por el singular suceso. Ahora, en París, un paisano de aquel amigo -que ya fue liberado después de quién sabe cuántos meses y torturas y no sé qué tanto más y tampoco sé el por qué del castigo, total que no sé muchas cosas, pero ahi sigo- que al parecer sí estuvo a favor de la ocupación norteamericana, en un acto público, acudió al mismo método y obtuvo el mismo resultado (no le atinó); eso sí, ya no le trató con el otro, a lo mejor, por haber estado más cerca de lo que su compatriota estuvo de Bush, y después del primer intento, habría afinado su técnica y hubiera obtenido un resultado diferente. El caso es que ahi no termina la historia. Después de su fallido intento y tras la consecuente invitación unánime a abandonar la sala, el hermano de quien lanzó sus zapatos a Bush, que andaba por ahi cerca, se levantó considerablemente enojado y ¡adivinen qué hizo! Pues nada más y nada menos que quitarse su zapato y aventárselo antes de que saliera del auditorio. ¡Qué maravilla! Cuántos industriales de la industria del zapato de nuestro querido León Guanajuato, en donde, de acuerdo al gran y ya extinto, Don José Alfredo Jiménez, "la vida no vale nada", ya tendrán trabajando a sus agencias de publicidad en una campaña basada en tan llamativos acontecimientos. Si no lo habían considerado, ahi les encargo que se caigan con los derechos.

La moraleja es: la ley del talión -ojo por ojo, diente por diente- no lleva a nada. O, dicho de otra manera, la violencia sólo engendra más violencia. Y, aunque sé que he demostrado con mi estilo tan criticable de escribir, que no soy precisamente el premio Nóbel de la paz, sí hago un atento llamado a la reflexión para que llevemos esta consideración a los detalles del día a día: no seguir el juego al que te quiere amargar la vida y procurar no amargársela a nadie; es más, si se la puedes alegrar, qué mejor. Viene la Navidad, es el pretexto perfecto para hacerlo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Nunca Más

Voy a echarle en cara a un infante que se reúsa a probar alimento la típica aburridora de: "mira, en África hay muchos niños que se mueren de hambre porque no tienen que comer y tú aqui que no le quieres entrar a los frijoles" por miedo a que me conteste: "mira tú, para resolverles el problema que vendan el brassiere ese de tres millones de dólares que le tapaba las bubis a Marisa Miller en el último desfile de Victoria's Secret en Nueva York y le compren su cajita feliz en el Mc Donald's más cercano a cada uno". ¡Ah, jijo! ¡Chamaco insolente el que me imaginé! ¿Pos qué se cree? ¿Que puede arreglar al mundo con sus ironías? ¡No, señor, los adultos que tenemos en nuestras manos el manejo de las cosas ya no tenemos remedio, para desgracia de usted!

Ta' bien, cada quien es dueño de su lana y sabe lo que hace con ella. No pretendo culpar a los creadores de tan escandaloso capricho, porque seguramente en su vida han pisado un suelo que no esté cubierto por una alfombra roja, ni han cruzado una "puerta" de cartón para entrar a una casa de "paredes" de bolsas de plástico para sentarse a escuchar a una anciana que no para de alabar a Dios porque alguien le regaló un mendrugo de pan la semana pasada y con eso ha tenido para comer. No, no los culpo de ser totales ignorantes de lo que pasa en el mundo. Sería injusto con ellos, porque tal vez yo sí he estado un poco más en contacto con ese mundo al que hago referencia y, siendo honesto, no es mucho lo que he hecho por él. Pero sí quiero comentar que me parece doloroso, muy doloroso, que este tipo de noticias se publiquen con bombo y platillo pues considero que son una auténtica burla a la realidad que vivimos. Son una auténtica bofetada a la dignidad de un ser humano que clama justicia, respeto a sus derechos, paz, y, por su boca que se abre para gritarlo, se le atiborra con "glamour", vanidad y fantasía.

Antes se decía que la religión era el opio del pueblo. Yo pienso que el opio del pueblo es la industria del entretenimiento.