lunes, 23 de junio de 2008

DE TODOS MODOS

Hay seres humanos grandes. Sus palabras, junto con sus nombres, permanecerán inmortales. Pero también hay seres humanos cuya grandeza no es respaldada por un nombre importante y que deciden permanecer en el anonimato, no así sus hechos o sus palabras. Reproduzco aqui un texto maravilloso que fue extraído de un cartel en el muro de Shishu Bhavan, la casa infantil de Calcuta, donde tanto bien se hace a los seres humanos y de cuyo título se extrajo el que recibe la presente entrada: "DE TODOS MODOS".
"Las personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas;
ámalas de todos modos
.

Si haces el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas;
haz el bien de todos modos.

Si tienes éxito y te ganas amigos falsos y enemigos verdaderos;
lucha de todos modos.

El bien que hagas hoy será olvidado mañana;
haz el bien de todos modos.

La sinceridad y la franqueza te hacen vulnerable;
sé sincero y franco de todos modos.

Lo que has tardado años en construir puede ser destruido en una noche;
construye de todos modos.

Alguien que necesita ayuda de verdad puede atacarte si le ayudas;
ayúdale de todos modos.


Da al mundo lo mejor que tienes y te golpearán a pesar de ello;
da al mundo lo mejor que tienes, DE TODOS MODOS."
Lo que agregue de mi pobre cosecha, sale sobrando. Les dejo ese buen sabor de boca.

DEL PODER A LA RESPONSABILIDAD

Cuando la sociedad ha tenido a bien calificarlos con el denominativo: “El Cuarto Poder” es porque reconoce la influencia que tienen ya no sólo en las decisiones de compra e incluso en la definición de un estilo de vida basado en los modelos que presentan con sus contenidos publicitarios o de entretenimiento, sino porque transmiten información inmediata y, a veces, anticipada, del acontecer mundial en todas las dimensiones. Así, basta que en un noticiario se haga público el rumor de la formación de un nuevo grupo guerrillero –por decir algo- para que inmediatamente salgan fondos de inversión extranjera de un país –sobre todo, del nuestro- que cimbren la estabilidad de la economía.

De aquí se desprende su responsabilidad; mencionamos el “impacto en la economía”, más no entramos en el detalle de esa familia, marginada en la comunidad más recóndita, olvidada, a veces, hasta de las propias autoridades, pero nunca, nunca, de la televisión, del radio o hasta de alguna revista. Esa familia, que se sostiene casi milagrosamente por el desarrollo de actividades muy desgastantes y poco remuneradoras, como la recolección de café en Puebla y Veracruz, en que se puede ganar un peso por cada kilo que se recabe bajo un sol abrasador y la presencia abundante de bichos de toda clase. Esa familia que, imitando a veces como un “ideal” de vida los modelos propuestos por los medios, no entiende por qué las cosas le empiezan a costar más caras, por qué ese peso bien ganado le rinde menos que ayer, o por qué ya no es un peso lo que recibe, sino apenas la mitad... pero dejando de lado el fenómeno económico, del que es necesario hablar, ya que no se puede platicar de valores humanos a una familia que tiene el estómago vacío, nos preocupa lo que se transmite, además de la información; esos modelos a que nos hemos estado refiriendo, no siempre proponen actitudes positivas. Si bien los medios en general no pueden ser definidos estrictamente como herramientas de formación, sino como vías de entretención, su alcance les exige que contribuyan a la construcción de una sociedad más sólida, presentando en sus artículos, documentales, programas y series verdaderos modelos de SER HUMANO, y lo ponemos con mayúsculas porque así es el SER HUMANO, grande, mayúsculo, por encima de todo su actuar y de las cosas que se logran gracias a su inteligencia, creatividad y tesón. Así, quienes trabajan, sobre todo, en la formación de contenidos, deben tomar en cuenta que quien es receptor de todo lo que transmiten, aunque busque un rato de entretenimiento o descanso –muy merecido- no siempre cuenta con los criterios o las bases suficientes para asumir con madurez los mensajes explícitos o implícitos, y se corre entonces el riesgo de que, sin pretender ser formadores de conciencias, se conviertan en deformadores de éstas.

Quiero concluir, precisamente, con un juicio muy sabio, proveniente de la película de “Spiderman” y que, aunque no fue creada precisamente para transmitir valores, acierta al afirmar que “un gran poder implica una gran responsabilidad”.

viernes, 6 de junio de 2008

"LO QUE ES NO TENER QUE HACER" NOS DA LA BIENVENIDA

Me siento profundamente honrado porque una persona de la talla de nuestro buen amigo Don Jesús Humberto Olague, arquitecto y titular del ya prestigiadísimo Blog "Lo que es no tener que hacer" me haya dado tan florida bienvenida, misma que se puede acceder apachurrando (ya me cayó gordo el término "haciendo click") la siguiente liga:
¡Ah! Pero no puedo omitir la también florida bienvenida que recibí en el espacio de su hermano biológico y mi hermano de alma, Don Carlos Olague, también en su Blog:
¡Gracias, Señores, saben que en este espacio, además de explosiones reprimidas y otras cosas siempre habrá una opinión muy positiva de ustedes!

miércoles, 4 de junio de 2008

EN MI PAÍS DESPRECIAMOS EL ÉXITO

Hoy platiqué con una persona a quien el denso aparato burocrático de una universidad pública le obligó a hacer circo, maroma y teatro para subordinar todas las prioridades de su programado día sólo para ir a cambiar un par de documentos que no le fueron admitidos porque en lugar de dirigirlos a un funcionario de cuyo nombre no quiero acordarme, las autoridades de su unidad académica cometieron el terrible sacrilegio de escribir "a quien corresponda". El trámite de que este asunto trataba era la autorización para presentar un examen profesional de maestría. Sobra mencionar que, entre el largo pliego de requisitos, se pedían documentos que, a su vez, fueron ya solicitados por una interminable serie de dependencias para emitir algún otro que de igual forma era también requisito para emitir dicho permiso. Ya parece acertijo esto. Ya me perdí. Ah, pues así es nuestro sistema: Programas gubernamentales costosísimos que promueven la inversión para sólo lograr disuadir a quien se atreve a preguntar siquiera qué se requiere para emprender tal o cual negocio; cientos, miles de programas académicos de licenciatura y posgrado en otro tanto de universidades e instituciones de eduación superior, públicas y privadas, creados para elevar nuestro nivel profesional para que sólo se logre disuadir de hacer una maestría o un doctorado a quienes han tenido que probar el amarguísimo trago de iniciar uno de estos trámites llenos de lentitud, ineficiencia y corrupción. ¿Por qué?


Me llegó hace no mucho tiempo un mail con una presentación de Power Point que ponía una situación bien triste de una manera más bien simpática: Hacía referencia a un supuesto experimento en el que se encerró a diez changuitos en un cuarto y se colocó un plátano en la parte más alta de una escalera; lógicamente todos se abalanzaron sobre de la fruta y, al hacerlo, se les disuadió con un gélido chorro de agua. No acababan de caer en la cuenta cuando ya estaban intentándolo otra vez consiguiendo sólo el mismo resultado; dejaron de insistir, y cuando el hambre obligaba a alguno de ellos a subir por el fruto el resto lo golpeaba hasta cansarse para evitar la pena que para todos implicaba: el agua fría; y así sucesivamente hasta que todos desistieron. Probaron ahora sacar a uno de los primates y reemplazarlo por otro. Cuando el nuevo ingresó al cuarto, como era de esperarse, buscó de inmediato hacerse de tan anhelada presea, recibiendo como regalo de bienvenida una acalorada golpiza por parte de sus desconocidos compañeros. El supuesto experimento continuó cambiando un chango a la vez por otro nuevo hasta que se llegó a un momento en que todos eran nuevos, es decir, ya no quedaba ninguno de los que fueron rociados con agua fría, pero el comportamiento era el mismo: aquel que intentaba ascender la escalera para alcanzar el plátano recibía una paliza grupal de parte de sus compañeros. Si se les pudiera preguntar y ellos pudieran responder a la interrogante que yo me hago: ¿por qué? seguramente responderían: "No lo sabemos, así se ha hecho siempre". ¿De cuántos burócratas ineficientes hemos recibido respuesta similar? ¿En qué se diferencían de los primates que ilustran este cuento? Que cada quien responda según su amplio criterio. El caso aqui es que hay tantos trámites burocráticos para lo que sea que ya no sabemos ni qué sentido tienen porque los que los pusieron ahi, o bien ya no están, o si están ya no se acuerdan, pero eso sí, defienden a capa y espada su aplicación porque "así se ha hecho siempre", y mientras tanto, montones de proyectos se quedan en el tintero por causa del desaliento de quienes querían echarlos a andar.

En mi país despreciamos el éxito. Puede generar polémica lo que digo, y tal vez va a haber quién se queje y me tache de antipatriótico, pero los hechos son los que lo demuestran y de nada sirve que digamos que no, que los mexicanos somos muy machos y que nos gusta ser los mejores y que bla, bla, bla. La realidad es otra, mis paisanos; me siento orgulloso de ser mexicano, pero me hiere en lo más profundo de mi alma ver que hay otros que se dicen igualmente orgullosos de ser mexicanos y que, sin embargo, cada vez que un compatriota estira su brazo para tomar el plátano del éxito, lo disuaden a golpes porque, insisto con la frase muy trillada: el chiste no es ganar, sino hacer perder al otro.

CURIOSEANDO POR TIERRAS GRIEGAS

Caminando por las calles de Atenas durante un ventoso y frío, aunque soleado, mes de mayo, me encontré con una de varias tiendas de un cuate que, estoy seguro, conoce a algunas personas a quienes yo también conozco, lo que demuestra que el mundo ya apenas conoce sus fronteras. Es más, yo creo que en todo círculo social hay varias de las que se puede decir que están

No se necesita ser un genio del idioma inglés para deducir que se trata de una prestigiosa cadena de joyerías griegas, aunque quizás sí se requiera de alguien que hable griego y que domine su alfabeto para que nos haga el favor de dejarnos en claro el verdadero significado de tan alegórico anuncio, capaz de que se trata simplemente de un apellido, algo así como "Joyería Martínez", quién sabe. ¡Ah! pero hablando de que el mundo ya no conoce fronteras, ¿qué tal esta muestra transoceánica de nuestro orgullo nacional, importada por un ingenioso habitante de Rodas?

No quiero ni pensar lo que nos podría pasar a algunos si por cualquier urgencia llegásemos a abordar esta unidad móvil de sano esparcimiento y, después de algunas copas y no pocos "¡ooopas!" notásemos que al descender de la misma el panorama exterior fuera en todo diferente al que contemplábamos cuando el sol apenas se ocultaba. Yo, en lo personal, me volvería a subir.

DE TRAMPOSOS Y MALOS PERDEDORES

No me gusta escribir de política, lo prometo, pero en este país suceden cosas tan indignantes que me arrancan palabras para llenar textos como este. Ayer me pareció leer en el titular de un periódico local sobre el proceso interno que se sigue para la elección del próximo rector de la “máxima casa de estudios” de Zacatecas: “Impugnarán Elección Interna”. Y es que no sé qué retrasado mental lo puso de moda en 2006. Ahora resulta que, cuando pierdes en cualquier proceso electoral, ¡el otro hizo trampa! Esto nos lleva, necesariamente, a dos posibles situaciones:

1. Efectivamente, el que ganó la elección lo hizo mediante prácticas ilegítimas (compra de votos, falsificación de boletas, violación de paquetes electorales, etc.) lo que me parece gravísimo y triste o
2. El que ganó la elección lo hizo limpiamente y el que la perdió no puede volver a verse en el espejo con la gran “L” de loser en su frente, sea por orgullo personal, sea por los compromisos que se aventó para lograr su cometido, pecando un poco de exceso de confianza en sí mismo, lo cual me parece todavía más grave que lo primero.

A ver, pero ¿cómo te puede parecer más grave un mal perdedor que un buen tramposo? Muy fácil, el tramposo tarde que temprano cae, y mal que bien acaba siendo señalado con el dedo de aquellos que afirman “todo lo que logró en su vida fue por medio de la transa”, o, es más, acaban en el bote. Basta echarles un vistazo a uno que hizo trampa en reconocido maratón europeo que se ganó la fama mundial de gandalla y a nuestro país la peor vergüenza desde aquellos que fueron a apagar la llama que siempre permanecía encendida en el Arco del Triunfo con sus más básicas necesidades corporales; o aquel que se retiró de la carrera presidencial en el 2006 por haber sido cuestionado por sus propios correligionarios sobre una repentina fortuna de procedencia “desconocida”. Es más, creo que fue el primero quien desenmascaró al segundo, así que hasta los mismos tramposos se delatan entre ellos cuando se trata de obtener aquel poder por el que contienden. El mal perdedor, en cambio, es una bomba de tiempo. Ha convertido nuestro país en eso, en un perdedor empedernido. El mal perdedor es un ser envilecido, que busca vengarse a como dé lugar; que ya no busca quién se la hizo, sino quién se la pague, y que se convierte en un enemigo público de todo aquel que se atreve a triunfar. Como no ganó, se empeñará de por vida en hacer perder a los otros y eso le generará un ruin regocijo. Un mal perdedor no se diferencía en mucho del personaje de “Gollum” en “El Señor de los Anillos”, de quien el envilecimiento de su alma queda perfectamente evidenciado con la deformidad de su cuerpo, mientras que la desgracia ajena se convierte en “su tesoro”.


Hay un mal perdedor dentro de cada uno de nosotros. A nadie nos da placer la derrota, pero se requiere de una grandeza de alma y una madurez humana muy importantes para asumirla con humildad y filosofía. Como un aprendizaje de esos que da la vida y que pasan facturas caras. Y a esos malos perdedores que se la pasan impugnando elecciones aquí y allá, mi más sentido pésame por su muerte espiritual que ya apesta.

martes, 3 de junio de 2008

DE VUELTA A LA CAVERNA

¡Figúrate nada más! Ahora los perredistas, que ya casi ven hecho realidad el sueño de convertir al D.F. en una Sodoma con sus recientes “logros” en la Asamblea Legislativa del D.F. respecto a la despenalización del aborto y la aprobación de la Ley de Sociedades de Convivencia, llevan su ignorancia de grado heróico a la tribuna de la cámara alta para buscar que se despenalice el aborto ¡en México! Las lenguas del escándalo andan sueltas y visten de corbata. Lo que yo me pregunto es ¿qué pasa con el resto de nuestra sociedad? ¿Está dormida? ¿En qué momento se nos brincaron a la primera fila estos aborígenes? ¿Nuestros representantes? ¡Yo no voté por ellos! Y resulta que ahora tienen en sus manos el papel y la pluma para escribir la historia que deberán de vivir mis hijos, ¿quién les confirió ese derecho? Veo con profundo dolor que un puñado de gente sin preparación, sin escuela, sin escrúpulos tiene el poder de decidir por varios millones de gritos silenciosos que, desafortunadamente, no atraen los reflectores ni las cámaras. Yo no estoy de acuerdo. Se trata de evolucionar, no de volver a las cavernas, a vivir en una promiscuidad sexual absoluta y bajo la ley del garrote. Se trata de impulsar todo tipo de iniciativas que promuevan el respeto a la vida y la dignidad del ser humano, a dar mayor proyección a las mentes brillantes que pululan en nuestras instituciones educativas de todos los niveles académicos, sociales y culturales para el desarrollo de nuevas teorías en el campo de la tecnología o de la ciencia, y no de reinventar la rueda. Las leyes y reglamentos que emanan de nuestras costumbres y usos deben ser enfocadas al fomento de una mejor convivencia social y no a convertir en legítimo lo que por naturaleza es aberrante. Lo dijo Santanaya: “quien no conoce la historia está condenado a repetirla” y yo creo que a los políticos perredistas les haría mucho bien abrir un libro de historia y leerlo, aunque sea que sus asistentes, chalanes o garroteros se lo den ya resumidito, porque a mi me parece que ni a leer aprendieron.

SI VENDES TU PASIÓN POR GLORIA

“Tantas veces pasa demasiado rápido…” No lo dije yo, lo dijo Survivor en 1982, con su canción “Eye of the Tiger", en el álbum que lleva mismo nombre y que sirvó como tema a la película “Rocky III”, de Sylvester Stallone. Nadie se da cuenta; es “sólo un hombre y su voluntad por vivir”, queriendo lograr que el yo interno se imponga al yo externo. Por fuera todos queremos, con cierta fuerza, convertirnos en algo que no somos pero que los demás aceptan; y es tan difícil entonces dejar que se escuche el irrepimible grito de lo que yo quiero ser, lo que clama el yo interno. ¿Cuándo vendí mi pasión por gloria? La respuesta es simple y, a la vez, compleja, o más bien dolorosa: Cuando creí que la gloria llegó para quedarse, cuando me engañé pensando en que ya no había nada más adelante, cuando me conformé con lo que tenía, con lo que mis manos tocaron y me dieron la seguridad que nunca tuve y siempre anhelé. Ese día pude convertirme en un auténtico mediocre conformista que creyó que lo tenía todo. Nadie lo tiene todo, pero cuando las manos se le llenan así lo piensa. Ya no cabe más, ya no hay nada que tomar, todo está dado. Ese día comenzamos a envejecer, a morir de a poco, a acercarnos más al final de nuestras vidas, porque quien piensa que lo tiene todo ya no hay nada a lo que pueda aspirar. La pasión murió. Yo la maté. Esa que me empujaba a volver posible lo imposible ya no está, se ha desvanecido con mis tibios logros. La he vendido por un puñado de gloria.

Dejar que la pasión lleve, arrastre, es dejar que nuestro yo interno por fin golpee y envíe a su lugar al yo externo que nos hace creer que los aplausos y el reconocimiento de unos cuantos parezca todo cuanto necesitamos para irnos a un rincón, ilusos encandilados con una falsa victoria que no durará mucho, unos minutos, unos años a lo más. ¡Qué sed se siente cuando se atraviesa el desierto de la mediocridad y el “éxito” fácil! La gloria se recompensa con una sonrisa falsa, con unas monedas y algunos aplausos; casi lo mismo que hace feliz al mono del cilindrero; la pasión no encuentra satisfacción nunca, no se da abasto con nada, sólo sigue y sigue, y nos lleva hasta que damos el último respiro, y aún ahí nos apremia con la urgencia de vivir más sólo para aspirar a más, para que se escriba nuestro epitafio sobre una tumba de incomprensiones y acertijos sobre nuestras vidas: “¿Quién fue capaz de comprenderlo? ¡Nunca estuvo conforme con nada!”

El día que digamos “esto no está bien, puedo hacerlo mejor” de manera casi permanente es el día en que la gloria se sometió a la pasión y la hizo inclinarse ante lo que mantiene vivo, verdaderamente vivo al hombre: su pasión. Nunca vendas tu pasión por gloria. La última te abandona; la otra es la que te hace verdaderamente ser tú y te acompaña hasta el final.