miércoles, 2 de diciembre de 2009

Me causa mucha risa

La guerra de zapatos que esa vieja costumbre Iraquí permitió que se pusiera de moda cuando un nativo de ese país le lanzó sus zapatos al ex mandatario estadounidense, George Bush, en aquella rueda de prensa que ha trascendido por el singular suceso. Ahora, en París, un paisano de aquel amigo -que ya fue liberado después de quién sabe cuántos meses y torturas y no sé qué tanto más y tampoco sé el por qué del castigo, total que no sé muchas cosas, pero ahi sigo- que al parecer sí estuvo a favor de la ocupación norteamericana, en un acto público, acudió al mismo método y obtuvo el mismo resultado (no le atinó); eso sí, ya no le trató con el otro, a lo mejor, por haber estado más cerca de lo que su compatriota estuvo de Bush, y después del primer intento, habría afinado su técnica y hubiera obtenido un resultado diferente. El caso es que ahi no termina la historia. Después de su fallido intento y tras la consecuente invitación unánime a abandonar la sala, el hermano de quien lanzó sus zapatos a Bush, que andaba por ahi cerca, se levantó considerablemente enojado y ¡adivinen qué hizo! Pues nada más y nada menos que quitarse su zapato y aventárselo antes de que saliera del auditorio. ¡Qué maravilla! Cuántos industriales de la industria del zapato de nuestro querido León Guanajuato, en donde, de acuerdo al gran y ya extinto, Don José Alfredo Jiménez, "la vida no vale nada", ya tendrán trabajando a sus agencias de publicidad en una campaña basada en tan llamativos acontecimientos. Si no lo habían considerado, ahi les encargo que se caigan con los derechos.

La moraleja es: la ley del talión -ojo por ojo, diente por diente- no lleva a nada. O, dicho de otra manera, la violencia sólo engendra más violencia. Y, aunque sé que he demostrado con mi estilo tan criticable de escribir, que no soy precisamente el premio Nóbel de la paz, sí hago un atento llamado a la reflexión para que llevemos esta consideración a los detalles del día a día: no seguir el juego al que te quiere amargar la vida y procurar no amargársela a nadie; es más, si se la puedes alegrar, qué mejor. Viene la Navidad, es el pretexto perfecto para hacerlo.

1 comentario:

Hox dijo...

Si, ya viene la navidad señores, regálense zapatos, aunque se los tengan que aventar los unos a los otros, jajajajajajajaja.

Oye ¿a los leoneses no se les habrá todavía ocurrido inventar un zapato "teledirigido" pa' no errarle a los disparos?