viernes, 21 de agosto de 2009

Ora sí me voy con todo

Contra la boba indeseable con apellido de cadena de hoteles (no se necesita ser un genio para saber a quién me refiero, bástese escrito así). Recientemente hizo otra de sus ya clásicas y estúpidas declaraciones que dice más o menos así: "La virginidad no es un valor sino un tipo de ignorancia" y corona su grandísima baobosez (no sé si valga el término, pero desde aqui les mando un aviso a los de la RAE para que lo incorporen a nuestro lenguaje, al fin que siempre lo hacen) poniéndose como ejemplo para las adolescentes con un absurdo "deberían de aprender de mi". ¡¡¡ESTÁ CAÑÓN ESO!!! Y saben qué, la mitad de mi coraje es por el hecho en sí y la otra mitad por la amplia cobertura que los medios le dan, por haberlo leído y, es más, hasta por estar redactando esta nota. En fin, si ya metí las cuatro las voy a meter bien. Una persona que se prostituye por necesidad merece comprensión; no justificación, aclaro. Un ente (no le puedo llamar persona, lo siento, les juro que lo intenté) como éste, que se prostituye por prostituirse, merece ser apedreada en una plaza pública, en serio. Sí, soné muy Talibán, pero acuérdense que si no lo digo, exploto. Yo siempre he pensado, sobre este tipo de entes (insisto en que no les puedo llamar personas, no lo merecen), que algún día van notar que el paso del tiempo deja sus efectos y empiezan a llegar las facturas de toooodas las estupideces cometidas, y que cuando se vean al espejo, llenas de arrugas, con los pechos caídos y la carne aguada, cuando lleguen los achaques, las enfermedades y los "amigos" se vayan, porque la SOLEDAD (lo escribí en mayúsculas adrede, porque hay de soledades a SOLEDADES) ni toda su lana les va a servir para comprar uno solo de los minutos que tuvieron la osadía de aventar al caño. Así sea.

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