martes, 25 de noviembre de 2008

EL ANHELO DE LIBERTAD

En mayo del año pasado (2007) un "artista" -así les llaman en estos tiempos a algunos degenerados con una cámara fotográfica o un pincel, y que me disculpen los que sí son VERDADERAMENTE artistas- llamado Spencer Tunick, que se ha dedicado a andar por el mundo encuerando gente en sitios públicos -generalmente de cierto interés turístico-, vino a México e hizo lo propio con un considerable número de personas en el Zócalo de la Ciudad de México. Me llamó la atención el revuelo que aquello causó, pues atrajo los reflectores de todos los medios de comunicación. Fueron publicados, a la postre del acontecimiento, los testimonios de algunos de los participantes quienes, con más o menos palabras, coincidían en que "se sintieron libres". Al principio, no lo puedo ocultar, sentí indignación; después de reflexionar un poco, sentí lástima, y ahora, a más de un año, siento respeto. Qué bueno que no escribí nada entonces, porque hubiera pegado muy duro, hubiera sido muy injusto. Al "artista", a ese sí, no lo perdono. Sigo pensando que es un explotador sexual, un pornógrafo de mala monta. Si su intención no es esa, no lo juzgo, y que Dios me perdone. Pero juzgo lo que veo y lucrar con la intimidad propia o, peor aún, de otros, en mi pueblo se conoce como prostitución. Ahorita les voy a decir por qué vierto mi coraje contra este enfermo, pero primero lo primero.

Siento respeto por quienes participaron porque lo hicieron en aras de encontrar aquello que todos anhelamos, aquello que yo anhelo: la libertad. Lo traemos en el software, está en nuestra naturaleza porque así fuimos creados. Ese ha sido el don más grande que hemos recibido de nuestro Creador, pues le dio el toque de valor a nuestra existencia para que no estuviéramos obligados a seguirlo a Él a menos de que quisiéramos. Dice la frase "si amas algo, déjalo libre; si regresa, es tuyo, si no, nunca lo fue". Y a mi me queda claro que el que me creó me amó y me ama todavía pues me creó libre. ¡Con el don de la libertad cada uno puede hacer lo que quiera! Y es así que cada uno escoge a dónde atarse, es decir, dónde pone su corazón, porque si bien la mejor muestra de que somos amados es siendo creados libres, también la mejor forma que tenemos de amar a otros es regalándoles un poco de nuestra libertad, y a eso es a lo que llamo "atarse", aunque parezca tener una connotación más bien negativa. Lo que no se vale es que otro llegue y te ate; si el propio Creador se ha desprendido de la potestad que legítimamente le correspondería de mover los hilos de mi libertad, ¿por qué otros lo harían? Está claro que no somos ermitaños y que nos desenvolvemos en comunidad, y ahi debe de haber un orden regulado por la propia comunidad de acuerdo a sus costumbres, y que para salvaguardarlo a veces sea necesario restringir la libertad de aquellos que se aparten de dicho orden, por eso existen las cárceles, pero aqui entramos en el concepto del bien común sobre el cual no vale la pena apartarse mucho del tema porque no es el caso. Ahora bien, llegamos a la parte medular de este asunto: ¿De qué ataduras querían librarse aquellos que experimentaron una sensación de libertad al desnudarse para posar en masa para una fotografía en el Zócalo de la Ciudad de México en mayo de 2007? Tal vez algunas a las que cada uno decidió atarse sin encontrar buenos resultados: Una decepción amorosa, un trabajo que se ha vuelto un infierno, un amigo traidor, un negocio fracasado. Por otro lado, ataduras impuestas (no siempre negativas, aclaro) tales como la manipulación constante de los medios de comunicación con su compra, compra, compra y con novelas y series que presentan situaciones que rayan en el absurdo, normas escolares, familiares y/o sociales malentendidas y hasta leyes injustas. Todos estamos tratando de liberarnos de algo: una mordaza estorba, incomoda. Lo que preocupa aqui es lo devaluado que queda el concepto de libertad cuando consideramos que quitarnos la ropa y posar para una cámara (solos y en un estudio o acompañados y en una plaza pública) es suficiente razón para sentirnos libres.

Recojo aqui una lección que ilustra, como ninguna otra, la mejor definición de libertad. Esta maravillosa lección se da dentro del infame secuestro de Bosco Gutiérrez Cortina, prominente arquitecto originario de la Ciudad de México, que si bien ocurrió en 1991 -cuando todavía era raro hablar del secuestro en nuestro país (qué tiempos aquellos, ¿no?)- su testimonio no ha perdido actualidad por estar lleno de ricas enseñanzas como esta del concepto de libertad. Sin entrar en detalles de cómo sucedieron los hechos, Bosco describe cómo, después de haber estado desnudo en un lugar de apenas tres por un metros, sin saber cuándo era de día y cuándo de noche, habiendo sido vejado, golpeado y humillado (aparentemente, despojado de su libertad), uno de sus captores le informa que es 16 de septiembre, y por tratarse del aniversario de la independencia de México puede pedir lo que sea. Sin dudarlo un minuto pidió un vaso de whisky, lleno, solo y con un hielo. Entre el tiempo que se lo llevaron y el que lo pidió transcurrió una eternidad en la que él todavía no creía que fueran a cumplir con su demanda. De manera un tanto simpática narra como, al recibirlo, tomó el vaso con sus dos manos y corrió a un rincón como lo hace un animalito para que su presa no le sea arrebatada por otro más fuerte. Explica como se puso a jugar con el hielo empujándolo al fondo y observando cómo subía a la superficie una y otra vez... y justo cuando estuvo a punto de comenzar a beberlo sintió en su interior una voz muy clara que le decía "Bosco, ofrece el whiskey"; su resistencia fue mucha -dadas las condiciones se entiende perfecto, es más, parece una locura-. El whiskey terminó derramado en la letrina y Bosco se sintió en ese momento el hombre más libre sobre la faz de la tierra. Quienes lo encajuelaron y lo despojaron de su ropa (qué irónico por lo que estamos hablando, ¿no?), sus seres queridos y todas sus pertenencias personales hubo algo que no le pudieron quitar y que es su capacidad de decidir, su capacidad de elegir entre el bien y el mal, entre un bien y otro bien más alto, en una palabra, SU LIBERTAD.

Cuando creemos que somos esclavos de algo o que estamos atados o algo recordemos que conservamos nuestra capacidad de elegir como el medio más perfecto de ser libres; no necesitamos denigrar nuestro ser desnudándonos en masa y viendo como otros lo hacen para sentirnos libres. Decía que iba a explicar por qué mi coraje contra Tunick, pues bien, por manipulador, mentiroso y por prostituir a otros lucrando con su intimidad haciéndoles sentirse libres y útiles formando parte de una "obra de arte". Yo me pregunto si bien existen algunos testimonios de aquellos que "se sintieron libres" ¿no habrá alguno, uno solo, que diga "me arrepiento de haberlo hecho porque me sentí utilizado"? Yo creo que sí, pero eso no sale en las noticias.

1 comentario:

I. Tavizón dijo...

Sabes, en cuanto a este fotógrafo, tampoco soy muy afín de su trabajo, aunque lo respeto porque eso, sí, es original. Al menos fuera de Mr. Hefner (creador de Playboy), nadie había hecho una creación de esta naturaleza. Pero repito, no me gusta, pero merece respeto. Ahora, que hay veces que voy a museos y exposiciones y digo, ¿qué sucede con el arte? ¿Dónde quedaron las pinturas de Rafael o Miguel Ángel, por citar ejemplos muy conocidos? Éso es difícil de hacer, no los trazos que sobre lienzos inmaculados realizan los "nuevos" artistas.
Y, ahora que hablas de libertad, me gustaría en un momento dado iniciar un debate sobre el libre albedrío y la libertad. ¿Realmentee los tenemos? Espero poder reeflexionar este asunto contigo. Un saludo.