lunes, 23 de junio de 2008

DEL PODER A LA RESPONSABILIDAD

Cuando la sociedad ha tenido a bien calificarlos con el denominativo: “El Cuarto Poder” es porque reconoce la influencia que tienen ya no sólo en las decisiones de compra e incluso en la definición de un estilo de vida basado en los modelos que presentan con sus contenidos publicitarios o de entretenimiento, sino porque transmiten información inmediata y, a veces, anticipada, del acontecer mundial en todas las dimensiones. Así, basta que en un noticiario se haga público el rumor de la formación de un nuevo grupo guerrillero –por decir algo- para que inmediatamente salgan fondos de inversión extranjera de un país –sobre todo, del nuestro- que cimbren la estabilidad de la economía.

De aquí se desprende su responsabilidad; mencionamos el “impacto en la economía”, más no entramos en el detalle de esa familia, marginada en la comunidad más recóndita, olvidada, a veces, hasta de las propias autoridades, pero nunca, nunca, de la televisión, del radio o hasta de alguna revista. Esa familia, que se sostiene casi milagrosamente por el desarrollo de actividades muy desgastantes y poco remuneradoras, como la recolección de café en Puebla y Veracruz, en que se puede ganar un peso por cada kilo que se recabe bajo un sol abrasador y la presencia abundante de bichos de toda clase. Esa familia que, imitando a veces como un “ideal” de vida los modelos propuestos por los medios, no entiende por qué las cosas le empiezan a costar más caras, por qué ese peso bien ganado le rinde menos que ayer, o por qué ya no es un peso lo que recibe, sino apenas la mitad... pero dejando de lado el fenómeno económico, del que es necesario hablar, ya que no se puede platicar de valores humanos a una familia que tiene el estómago vacío, nos preocupa lo que se transmite, además de la información; esos modelos a que nos hemos estado refiriendo, no siempre proponen actitudes positivas. Si bien los medios en general no pueden ser definidos estrictamente como herramientas de formación, sino como vías de entretención, su alcance les exige que contribuyan a la construcción de una sociedad más sólida, presentando en sus artículos, documentales, programas y series verdaderos modelos de SER HUMANO, y lo ponemos con mayúsculas porque así es el SER HUMANO, grande, mayúsculo, por encima de todo su actuar y de las cosas que se logran gracias a su inteligencia, creatividad y tesón. Así, quienes trabajan, sobre todo, en la formación de contenidos, deben tomar en cuenta que quien es receptor de todo lo que transmiten, aunque busque un rato de entretenimiento o descanso –muy merecido- no siempre cuenta con los criterios o las bases suficientes para asumir con madurez los mensajes explícitos o implícitos, y se corre entonces el riesgo de que, sin pretender ser formadores de conciencias, se conviertan en deformadores de éstas.

Quiero concluir, precisamente, con un juicio muy sabio, proveniente de la película de “Spiderman” y que, aunque no fue creada precisamente para transmitir valores, acierta al afirmar que “un gran poder implica una gran responsabilidad”.

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